Comunicación y liderazgo: Sin riesgos no nos diferenciamos

por Matías Alurralde
Presidente de AJ | Alurralde Jasper + Asoc.

En tres décadas hemos vivido al menos cuatro revoluciones en nuestra profesión. La comunicación desde los 90 hasta la actualidad, ha experimentado grandes transformaciones impulsadas por los cambios tecnológicos y socioculturales. La unidireccionalidad y el control centralizado de los medios masivos de comunicación en los 80. Luego la interactividad con el nacimiento de internet y la digitalización en los 90. En los 2000 las redes sociales y la viralidad. Y finalmente la automatización y personalización en el 2020 con la inteligencia artificial. Hoy -mañana veremos-, estamos entrando en una etapa en la que esperamos que la automatización esté al servicio de una comunicación más empática y eficiente con la realidad aumentada y humana. Las personas que tenemos más de 50 años, hemos vivido estos cambios trabajando, lo cual nos da una perspectiva de lo que vamos a atravesar, aunque no sepamos con certeza a dónde vamos a llegar. Lo que sí sabemos, es que será apasionante. 

En este momento en que el contexto es tan cambiante y dinámico, nuestro rol como consultores de comunicación es aportar un termómetro que es sensible y generalmente mide territorios más amplios que el de la propia compañía, su competencia y su sector. 

La escucha se vuelve un eje clave. Las narrativas definen la conexión. Las conversaciones evolucionan. Las tecnologías reconfiguran los vínculos y la comunicación se vuelve central.  

Nuestro trabajo demanda una consultoría reputacional que ayude a los líderes a amplificar el impacto de sus acciones sin perder su ética, la autenticidad ni el foco en las personas.  

La habilidad para liderar, con más flexibilidad que nunca, es aún más decisiva. Las personas necesitan imperiosamente conectar con mensajes auténticos y con líderes que prioricen la confianza, la transparencia y el propósito y que sean capaces de equilibrar la eficiencia del avance de las máquinas con los valores humanos.  

Sabemos que, frente a este escenario de alta incertidumbre, las empresas tendrán que evaluar y decidir tomar riesgos más altos para crecer, sostenerse o avanzar en lo desconocido. La adaptabilidad del negocio a los nuevos paradigmas requerirá de desarrollar las destrezas necesarias para guiar el cambio y saber mitigar resistencias y crisis internas y externas. La multiplicidad de interlocutores y la reducción de las estructuras en las compañías implica cambiar la forma de hacer las cosas. Eso es una oportunidad. 

El pulso de las decisiones cambió; requiere de otra velocidad, estrategia, agilidad y músculo para definir los nuevos rumbos de acción, porque hoy las comunicaciones son más estratégicas que nunca. 

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