Mariana Jasper

Coaching de comunicación para líderes: preparar sin robotizar, emocionar sin sobreactuar

Cuando un líder logra unir claridad, emoción y propósito, entonces la comunicación puede llevar a la acción.
por Mariana Jasper
Socia de AJ | Alurralde Jasper + Asoc.

En comunicación efectiva necesitamos cumplir tres criterios clave: ser breves, lograr ser comprendidos y producir comportamientos. Necesitamos que nos escuchen, queremos que se entienda lo que buscamos transmitir y tenemos el objetivo de que sucedan cosas a partir de lo que decimos (que se sumen a nuestro proyecto, inviertan, compren, cambien de idea, etc.). Las historias son el vehículo que como humanidad encontramos para unir esos tres criterios. Y además, el storytelling tiene una capacidad todavía más interesante: es la herramienta que permite unir datos con emociones. Y esto es fundamental: porque una comunicación si no emociona, no funciona.

Un líder, cada vez que ocupa mayores posiciones dentro de la compañía o la sociedad, tiene más ocasiones de comunicación y, para cada una, no tiene mucho tiempo. Muchas veces su agenda se va pareciendo a la de las audiencias con el Papa. Tiene apenas unos minutos con cada persona o grupo. Y en ese breve lapso, tiene la oportunidad de abrir o cerrar una puerta. Y no se puede dar el lujo de ir a una reunión, un panel o un town hall y “zafar”, “sacarse un 7”, “no sobrepasar el nivel de ruido y ser intrascendente”. Es importante que ese tiempo valga.

Y los líderes responsables y generalmente autoexigentes, se preparan bastante, con alto costo personal y de sus equipos, que tienen que preparar documentos que van y vienen, con mensajes clave, Q&As, etc. Y después se lo tienen que aprender… Pero ya no se puede dedicar tanto tiempo a “estudiar qué decir”. Tampoco se trata de recitar mensajes clave como un robot: porque eso no tiene ninguna efectividad, permite salir del paso, pero es una mímica de la comunicación. Y confiar solo en “sé de qué hablo” suele terminar en un mensaje que como mucho “zafa”, pero no deja huella. Es muy difícil construir liderazgo duradero, marca empleadora, rumbo estratégico, zafando en la comunicación interna y en la pública.

Por lo que hay que poder incorporar otro tipo de metodología. La preparación que buscamos es la que deja espacio para la autenticidad, la adaptación y el vínculo real con la audiencia. Entrenar es tener estructuras y recursos internos listos, no un guion fijo. Se trata de llegar entrenado para tener recursos internos de base y, además, arriba de eso, poder improvisar. Como un tenista profesional que entra a la cancha pensando en este partido, no en cómo hacer el saque. Tiene capacidad de leerse a sí mismo, a estar conectado consigo mismo y de interpretar cómo llegó a la cancha su rival y así hacer el mejor partido. De conectar no con “lo que imaginó que iba a suceder”, sino con lo que realmente sucede.

Cuando en la consultora trabajamos con líderes, buscamos que tengan un método: un sedimento de narrativas básicas, listas para adaptarse a audiencias y contextos. Y el cuerpo, la mente y el espíritu, entrenados para poder llevarlas a la vida. La respiración, la actitud corporal, su mirada, su voz. Que conozcan su territorio de discurso y lo recorran con tranquilidad y entusiasmo, no aburridos de siempre decir lo mismo, ni improvisando sin prudencia. Tomando riesgos calculados, de esos que generan un imán en la audiencia.

Y de nuestra parte, lo que siento que nos diferencia, es que reciben una metodología y un feedback real: no un “estuvo bien” o “flojo”, sino instrucciones que los ayudan a ajustar y aprender a verse con exactitud. Tratar de mejorar sin coaching adecuado es como tirar al blanco vendado y conformarse con que te digan “acertaste” o “la pifiaste”. El verdadero progreso llega cuando alguien te dice: “subí el codo, tirá el brazo más atrás”. Ese es el coaching que te ayuda porque te dice qué tenés que cambiar. No es una idea general abstracta que sirve para cualquier orador, de esas que se encuentran en TikTok del estilo “no debes mover tanto las manos”… Tiene que ser algo especial para cómo sos vos y qué estás haciendo. Y nosotros hacemos eso: miramos a las personas y les damos indicaciones para que sigan siendo ellas mismas, pero comunicando radicalmente mejor.

Al final, todo este trabajo no es para que suene perfecto, sino para que genere impacto y, para eso, es necesario que sea genuino. Para que, más allá del rol, el cargo o el escenario, se vea claramente que hay una persona que piensa y siente, hablando con otra persona. Porque ahí, en esa conexión, es donde el liderazgo se vuelve humano y la comunicación puede transformar negocios y realidades.

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